Desde que en 2018 se dejara entrever la vuelta del Citroën C5 se ha escrito mucho sobre cómo puede ser este nuevo coche, especulando y fantaseando con una suerte de relanzamiento nada menos que del pretérito CX; como si de repente todo el mundo necesitara de Citroën algo nuevo y especial que, a los aficionados al automóvil, devuelva la credibilidad en una marca que anda cada vez más devaluada, entre experimentos técnicos de mayor éxito (Cactus) o menor (resto), y ante la que hemos visto cómo se ha reducido de manera imparable su a gama, calidad de construcción y tecnologías innovadoras utilizadas, santos y señas de su historia, para llevarla por los derroteros del bajo coste. Así de crudo.

Sin embargo, a poco que uno analiza con un poco de frialdad la información que se dispone y que la marca del doble chevrón ha trasladado, desde luego no parece como para lanzar las campanas al vuelo como se está haciendo: aquí van mis reflexiones sobre por qué, opino, y ojalá me equivoque, el nuevo C5 (que también podría llamarse C6) no va a ser ni revolucionario, ni para tanto:

1. Y más evidente. El mercado se ha llenado de SUVs. La gente quiere SUVs. Sorprendentemente, las berlinas medias que antes rellenaban nuestras carreteras se han sustituido en los gustos de los consumidores por coches sobreelevados totalmente distintos.

2. En reacción a esta tendencia, las marcas de coches han ido dejando las vertientes familiares a las más ventajosas carrocerías de “monovolumen o familiar disfrazado de todoterreno que no sirve para ir por el campo”, y en contraposición, han dejado que las berlinas que aún se fabrican, ahora mucho menos vendidas, sean coches más agresivos estéticamente y con cierto estilo de coupé o deportivo, en los que el espacio interior ya no es una prioridad. Sin ir más lejos dos competidores del C5, como el Renault Talismán o el Peugeot 508, cumplen a la perfección con esta premisa. No es nada novedoso o rompedor.

Fotos: Dos recreaciones de la revista Auto Express.co.uk, especialista en recreaciones de futuros coches. El Futuro C5 está basado en el prototipo Citroen CXperience (ver fotos más abajo). Estas fotos parecen de lo más aproximado al modelo final. Al menos bien hechas están. 

 

FOTO: ... Y aquí el prototipo del que parte la base conceptual del futuro C5. Lo de arriba es, simplemente, una interpretación realista de esta máquina de aquí debajo:    

Citroën CXpirience. Un coche concepto las puertas se abren de manera enfrentada. 

3. En la marca han dejado bien claro que este coche lo desarrollan con los ojos puestos en China, donde todavía se venden estos coches. Y esto quiere decir que no esperen ni tecnologíasi nnovadoras ni revolucionarias que lo posicionen más allá de una berlina grande (se dice de 4,85 metros) que rellene un hueco que la marca no tiene ahora, por encima del C-Elyseé. Sin más, y por supuesto sin suspensión hidroneumática; en su lugar, seguiremos con la evolución de los amortiguadores hidráulicos progresivos, algo que ni es revolucionario, ni tapa el hueco de la añorada solución santo y seña de la marca. Ni tampoco se va a vender con un crecimiento exponencial como para que cambie ningún rumbo en Citroën será un coche de menos ventas.

4. El enemigo lo tiene en casa. Se llama DS9. Un C5, C6 o incluso CX realmente disruptivo taparía la luz a su hermano mayor, que es donde el grupo PSA se juega el mercado del lujo y la distinción. Y ya sabemos lo que tiene el DS9 de revolucionario: Una cámara térmica, un sistema de ACC con mantenimiento dentro de carril, motores híbridos compartidos con el resto de la gama de PSA… y nada más. Tendrá algo diferente el C5/6/CX que no tenga su hermano más rico. Realmente difícil de creer.

El C5 anterior fue un digno heredero y broche final a la saga de la antigua Citroën.

Un Ds9. Nadie mínimamente realista podrá afirmar que el nuevo C5 vaya a superar a este tecnológicamente. Sí tendrá cosas distintas y diferenciadoras. ¿Cuáles? Veremos. 

Citroën, y los usuarios, ya salieron escaldados con el fracaso y la regular fiabilidad del C6, que no era un mal coche (para lo que se esperaba de él). No está el horno para experimentos. El nuevo C5 será una berlina cuyo mayor factor diferencial será la estética, y el resto, salvo sorpresa, serán cosas ya vistas en las plataformas del 508, más algunas cosas cietroenianas de última hornada, como la promesa de una evolución de los amortiguadores nuevos, una suspensión predictiva (que ya lleva algún modelo del grupo, incluido el C6) y… veremos qué.

Siendo un coche concebido para el gusto chino, desde luego pantallitas y lucecitas no van a faltar. Ojalá me equivoque. Mientras tanto, permítanme recomendar que si alguien realmente desea un C5 de verdad, con Hidractiva III + mejor que se busque uno de estos, o si ya busca el paroxismo de las suspensiones de Citroën, un C6. O incluso por qué no, un exótico Xantia Activa para matar la añoranza, un XM… qué tiempos (a continuación, una galería nostálgica)

Esto es un C6

Y Esto un XM V6. Aún se pueden comprar. Mola.

CX 25 GTI turbo 2. Mítico.